Nuevo IWC Portugieser Chronograph
Ahora el Portugieser Chronograph Automatic presenta el Calibre manufactura 6900
Quizá una de los modelos más reconocidos de entre las colecciones de IWC es el portugués (Portugieser), un reloj que debería estar incluido en cualquier colección de relojes.
Está semana acabamos de conocer que la marca de Schaffhausen acaba de presentar una actualización del cronógrafo automático y para mí, aunque no es el más complicado, sí que es mi favorito dentro de la colección.
Este modelo fue fabricado a finales de los años 30 del siglo pasado a petición de dos comerciantes portugueses, Rodrigues y Texeira que estaban relacionados con el mundo de la relojería, y de ahí viene su nombre. Pidieron a la manufactura, creada por el norteamericano Florentine Ariosto Jones, fabricar con reloj de pulsera con la misma precisión de un cronómetro de marina que debía, sobretodo, tener una gran visibilidad, facilidad de lectura y gran precisión
Para cumplir con estos requerimientos, se utilizaron inicialmente calibres de relojes de pulsera como el 74 y el 98. Su comercialización comenzó en 1939.
Lo primero que sorprendió al mercado en esos años era el tamaño del citado reloj, 43 milímetros, frente a los 33 que solía ser lo habitual en esos años. Hasta hace poco tiempo el portugués era considerado como un reloj muy grande para el mercado, hasta que llegó la moda de los relojes grandes. Por lo tanto, puede considerarse como el precursor de esa moda.
El primer modelo fue un tres agujas, en el que destacaba la casi ausencia de bisel, que lo hace parecer más grande. La esfera esmaltada en blanco o negro con agujas tipo hoja, el segundero tipo ferrocarril con la indicación de los minutos para facilitar la lectura, los números arábigos y el pequeño segundero situado a las 06:00 horas eran sus rasgos característicos.
El reloj, unos años más tarde, cayó en el olvido dado que no se vendía demasiado para considerar mantenerlo dentro de sus colecciones.
Pero un golpe de suerte lo hizo renacer. En 1990, según Kurt Klaus, el legendario relojero de IWC, durante la visita de un cliente a la manufactura, éste llevaba en su pulsera un Portugués y los responsables de la manufactura les sorprendió y consideraron que merecía la pena despertarlo de su letargo.
En 1993 por el 125 aniversario de la Manufactura resucitó el citado reloj con un modelo que se denominó Jubillee con un tamaño de 42 milímetros.
Tras este relanzamiento el éxito fue claro y surgieron nuevos modelos entre los cuales uno de mis favoritos es el Cronógrafo Automático, del que hoy os vengo a hablar porque ha recibido por primera vez en su historia un calibre manufactura, el 69335. Quizá os pueda sorprender que un modelo tan histórico no dispusiera de un calibre así.
Este modelo permanece prácticamente igual en cuanto a su tamaño con 41 milímetros en cajas de acero y oro rojo, siendo hermético hasta 30 metros.
En su esfera de varios colores, a mí la que más me gusta es la azul, presenta horas y minutos centrales con agujas de tipo hoja, como en el modelo original, y la trotadora del cronógrafo. En las dos subesferas ofrece un pequeño segundero a las 06:00 horas e indicación de 30 minutos a las 12:00.
El nuevo calibre 69335 sustituye al Valjoux 7750 y late a 28.800 alternancias/horas, teniendo una reserva de marcha de 46 horas.
A destacar que ahora se puede apreciar en todo su esplendor porque la trasera de este modelo recibe cristal de zafiro, lo que lo hace más atractivo.
Se presenta con correas de aligátor en colores marrón, negro o azul y cierre de hebilla en el mismo material que la caja.
En cuanto a su precio, el modelo de acero cuesta 7.950 euros y los de oro 17.700.
Fotos: IWC, Pinterest